Sony Di es Orestes |
POR Francis Mesa.
El preámbulo se perfila interesante. Una escenográfica minimalista (creada por Fidel López): apenas dos paneles contrapuestos formando un ángulo triangular y frontal que, de igual forma invita a lo infinito, a lo desconocido, a lo inesperado, es la carta de bienvenida que recibe el público que va a presenciar la obra teatral “Sony Di”, la puesta en escena vanguardista e inclusiva, con la que Orestes Amador ha querido celebrar sus 45 años de vida artística.
El
texto es escrito por Licelotte Nin, joven dramaturga dominicana que nos tiene
acostumbrados a sacudirnos, a remover nuestros sentidos y a cuestionarnos como
sociedad, como individuos, porque es que ella no nos lo pone tan fácil. Su
estética es distinta y ese esfuerzo por sacarnos de lo fácil, debemos
agradecerlo.
Volviendo
a “Sony Di”, el último parto teatral de Orestes, que ha querido presentarlo en
la Sala Ravelo del Teatro Nacional los fines de semana del 5 al 15 de agosto,
es una crítica social poderosa. Un llamado a la tolerancia, a la empatía, a
ponernos en los zapatos de los demás.
Un
Orestes haciendo lo que ha venido haciendo por décadas, pero renovado, sin
repetirse, asumiendo un rol coherente en el que involucra todas sus técnicas.
Cómo se desplaza, cómo gesticula, cómo deja danzar su cuerpo entre éxtasis y
sufrimiento. Como proyecta los sentimientos que su personaje quiere dar a
demostrar.
Una
Luvil González inmensa. Desdoblándose, siendo otra persona, asumiendo otro
género, pasando del Ella, al Él, sin que los ojos más agudos lo perciban.
Oh, María del Mar: potente, atrevida, sensual, comprometida, haciendo suyo el escenario y dejando en cada escena, la esencia de una actriz, de una cantante, que vive para eso, para entregar arte.
Tony
Almont: versátil y desenfadado. Rockero y actor acoplándose a un mundo que
pudiera parecerle ajeno, pero que no, que ya sabíamos de su histrionismo.
¡Merece un aplauso!
Y
los chicos: Isen Ravelo, Gabo Alcántara
Erni Coronado, ¿habíamos sido antes convocados a tal exposición de
testosteronas y talento juntos? No lo sabemos, pero ellos, en sus respectivos
roles, aportan el cherry a ese pastel que se nos sirve camuflado de buen
teatro.
El
trabajo de dirección conjunta entre Richardson Díaz y Ramón Santana es,
simplemente, impresionante. Cómo logran comunicar, a través de los actores, de
sus movimientos, de sus entradas y salidas, un universo al que han sido
sometidos tantos niños y niñas de todo el mundo, pero que lo traspolan a una
realidad local, ambientada en un pueblo cualquiera y que nos hace cuestionarnos
hasta dónde somos capaces los seres humanos de someter a los más vulnerables
simplemente para inducirlos a ser como nosotros queremos.
“Sony
Di” es un poema desgarrador. Es un canto de protesta y una invitación a que los
que quieran disfrutar de un teatro distinto y bien hecho, también acompañen al
gran actor que es Orestes Amador a celebrar sus 45 años en escena. Enhorabuena.
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