por Estonia Brito Pérez*Carlos Rojas. Foto cortesía de Ariel Santi.
Carlos Rojas
Santo Domingo.- Hace algún tiempo respondí a un cuestionario sobre el Periodismo Cultural en el país que me remitió Estonia Brito Pérez, estudiante de periodismo de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
Me he tomado la libertad de publicar todo lo escrito como necesidad de que las palabras no queden olvidadas en una Tesis, ni lo dicho queda contextualizado bajo alguna interpretación mediática de terceros.
Ojalá estas líneas sirvan como estímulo, memoria, reflexión y como algo más para apoyar mi punto de vista crítico. Que de las interrogantes y de las respuestas que aquí se dieron, ustedes amigos lectores, tengan la oportunidad de ver otra perspectiva sobre el periodismo cultural, sus componentes creativos, además de una aproximación más personal a la realidad categórica de este y otros temas que puedan ayudar a generar un grano de arena más para seguir contribuyendo con esa frágil e inexistente memoria del país.
He aquí mis respuestas en torno a las preguntas realizadas:
Estonia Brito Pérez (EBP): -¿Hábleme de su formación como periodista en caso de tenerla?
Carlos Rojas (CR): No soy periodista. Aunque casi siempre creen que lo soy. Así que hablaremos desde lo que realmente soy, y desde lo que hago. Soy crítico de artes escénicas, de cine, cineasta, investigador teatral, escritor y productor audiovisual independiente, me gradué en la Universidad Nacional Experimental de las Artes (UNEARTE), en Venezuela. Tengo una licenciatura en Artes Escénicas con mención en Gerencia y Producción Teatral.
Aunque he hecho de alguna forma periodismo en mis investigaciones y entrevistas teatrales. De la misma manera, he sido asesor, crítico teatral y jurado en más de cuarenta festivales nacionales e internacionales en países como Alemania, Argentina, Colombia, EEUU, Dominicana, México y Venezuela.
EBP: -¿Cómo ha sido su experiencia con el periodismo cultural?
CR: Desde mi experiencia puedo decir que se trata de un viaje para pensar y repensar desde el interior del periodismo cultural y desde su “afuera" o desde sus límites, todo siempre desde mis posibilidades y realidades. También, trato de registrar el teatro perdido que no se reconoce, ni se visualiza en el país.
Cuando no existían ciertas tecnologías informativas y medios de comunicación esenciales y aún no imperaba el Internet como ahora, ni menos aún, se pensaba de las hoy en día, bien conocidas redes sociales que están al servicio de todo aquel que de una u otra manera desee ser un comunicador cultural o alternativo, la dinámica del escribir/publicar tenía sus bemoles. Esa realidad no ha cambiado mucho, pero eso está contenido para otra entrevista. (Ríe).
EBP: -¿Qué considera que representa para usted el periodismo cultural en el Listín Diario?
CR: El Listín Diario, al igual que el resto de los demás periódicos del país representa y seguirá representado un sitial de relevancia en la transformación social y cultural de la República Dominicana de hoy. Pero al distingo de los demás, el periodismo cultural posee elementos más incisivos: su capacidad crítica y de análisis, su pertinencia con respecto a ser un mecanismo de transformación ideológica y más allá que pueda ser de beneficio y que provoque en la recepción del lector, goce estético y regocijo, ya que, es uno de los ejercicios más poderosos para entrar en sintonía con las expectativas de un cambio de los paradigmas que toda sociedad anhela y busca. Mucho más, en lo referido a nuestras sociedades americanas, caribeñas y, por ende, la dominicana.
EBP: -¿Cuáles son esos factores conceptuales que han existido en estos últimos años en el periodismo cultural del país?
CR: Hay varios factores conceptuales que influyen, como la ignorancia del papel de la crítica dentro del periodismo cultural, como una de las acciones que componen ese sistema de socialización y validación del arte. También lastran la escasez de publicaciones especializadas o dificultades en el acceso del crítico a estas, la falta de espacio en las publicaciones periódicas para el ejercicio del criterio, la falta de seriedad y compromiso al abordar un suceso literario, lo que condiciona el exceso laudatorio, carente de análisis y valoración. O el escaso incentivo profesional y material para realizar la crítica o asumir el oficio de crítico en el periodismo cultural actual.
EBP: -¿Durante su paso por el Listín Diario que cambios ocurrieron en el periodismo cultural?
CR: No es secreto para nadie que uno de los sectores que no han visto mayores cambios, es el campo artístico y en el casi inexistente periodismo cultural actual del país. Bien se sabe que la cultura no vende espacios -según los mediocres directores de los medios-. Y, es una gran verdad para los dueños de estos consorcios comunicativos. Por eso, encuentras cada vez menos espacios culturales en los periódicos.
Desde el Listín Diario, uno de los cambios que tratamos de hacer Ramón Almanzar, editor de la sección Cultura y Entretenimiento y este servidor Carlos Rojas, crítico teatral, fue abrir un espacio llamado #EnEscena era una ventana diseñada para que los lectores vieran que se estaba creando otra forma de hacer periodismo cultural en el país. O al menos, eso tratamos de hacer en ese momento.
EBP: -¿Qué esperaban lograr con ese espacio cultural?
CR: Esperábamos que con este espacio surgieran otros medios y que incluyeran más iniciativas culturales como estas en los demás periódicos del país y que este espacio estimulará al periodismo cultural nacional, que (no) es que no existe, pero realmente hay muy poco y, es casi inexistente, por no decir otra cosa.
EBP: -¿Cómo es su apreciación actual sobre el periodismo cultural en nuestro país?
CR: Hoy más que nunca, es necesario abordar el periodismo cultural como un acontecimiento que involucra el trabajo de los periodistas, críticos, creadores, espectadores y en especial, la de los lectores. Para mí es una propugna por hacer consciente al lector de que, el periodismo cultural, se instituyó como algo vital que resignifica la relación que cada época establece con su noción de realidad y de cual no es suficiente el análisis temático para poder develar el papel social que cumple el periodismo cultural y la crítica teatral en la sociedad actual.
Por ende, esa valoración historicista me permite ver al periodismo cultural como un fenómeno que responde a procesos, a dinámicas humanas que revelan facetas de la misma condición humana y no se quedan en la mera exégesis de una forma de expresión y que la fuerza del periodismo cultural, la razón de su sobrevivencia está en no negociar ese territorio. El periodismo cultural reconoce que su fuerza está en su particularidad, en su valoración.
Desde mi punto de vista, así lo veo y creo.
EBP: -¿Cuál es su relación con las actividades culturales de este país?
CR: La relación que tengo actualmente con el país, es como crítico e investigador teatral y mi proximidad más cercana, es con las artes escénicas. Fundamentalmente, estoy estableciendo una mirada sobre la experiencia en el ejercicio de la crítica teatral, ya que he venido haciéndolo en estos últimos veintitrés años.
Desde hace ocho años aproximadamente tengo una estrecha conexión con las actividades culturales dominicanas, más específicamente con el teatro como manifestación y radiografía cultural del país. Esa es mi misión actual, tratar de rescatar esa frágil y emotiva memoria casi inexistente.
También los críticos, los investigadores, los periodistas, todos somos parte del saber cultural y teatral, además pueden permitirse recuperar las actividades culturales dentro del periodismo cultural que no existe en Dominicana.
EBP: -¿Cómo es el perfil que debe tener el periodista cultural?
CR: Pienso que lo más importante que debe tener un periodista es voluntad de formación y de estudio. El periodista cultural tiene que tener una enorme autocrítica, un gran conocimiento de los desafíos que le plantea la profesión en estos momentos.
No puede volver a los modelos del pasado, porque hoy día han cambiado tanto las cosas que hay que redefinir el lugar del periodista cultural. Si el periodista cultural no redefine su lugar está destinado a desaparecer. Porque si voy a hacer lo mismo que hace el infame de Roberto Cavada en la televisión o lo que hacen los falsos comunicadores en la calle, lo mejor sería desaparecer del panorama y dedicarse a cocinar comida chatarra para zombies.
Por otro lado, tiene que tener ciertas marcas de discurso, que forman parte del verosímil del periodismo cultural, aunque eso no es periodismo y menos cultural. Pero las tiene que combinar con otras cosas.
EBP: -¿Cuáles deberían ser esas marcas según su punto de vista?
CR: Pienso que las marcas del discurso originario serían describir, interpretar y valorar. Esos serían los tres grandes puntos que el periodista cultural no puede dejar de tener para que una noticia sea una noticia cultural. Pero simultáneamente creo que hay que enriquecerlas con otros aspectos.
Por poner un ejemplo: multiplicar la información, establecer conexiones cartográficas, filosóficas o sea producir pensamiento, generar contenido en las redes y sobre todo argumentar que creo que, es una de las cosas que están más ausentes en el periodismo cultural actual.
EBP: -Le vuelvo a preguntar porque me interesa su opinión: ¿qué debe tener un periodista para escribir sobre cultura?
CR: Mucha cultura. Debe leer mucho. Ser culto y versado en los temas que aborda. Debe investigar todo el tiempo, escribir y ser un espectador especializado de la escena cultural actual.
Debe ser un periodista que argumenta, que fundamenta por qué sabe lo que dice lo que dice con causa y efecto. Me parece que esa es otra de las formas de autoevaluación del periodismo cultural que necesita y anhela este país.
Ya que hay tanta mediocridad en los medios. Hoy día escribe cualquiera, te encontrarás con algunos discursos verdaderamente impresentables de supuestos periodistas culturales. Ya sea, porque no tienen formación, no tienen un corpus de conocimientos o porque no les interesa en lo más mínimo autosugestionar su discurso y elevarlo a otro nivel.
Te encontrarás de pronto con gente que, escribe una crítica, pero que no son críticos ni periodistas culturales, lo digo porque en mi profesión hay todo tipo de piratas, bucaneros y corsarios que no saben escribir el nombre de William Shakespeare y hablan de este autor como si hubiesen compartido con él. Y, lo peor de todo, es que se autodenominan críticos de arte.
Por ejemplo, el otro día, vi un video en YouTube, de un chico muy jovencito que hablaba de un espectáculo teatral que había visto. Me puse a escucharlo y la verdad me daba vergüenza la pobreza del discurso y de la apreciación crítica con la que lo hizo.
EBP: -¿Se puede vivir del periodismo cultural en la actualidad?
CR: Hoy en día, la gente no vive de hacer periodismo cultural. No les interesa la cultura. Pero en la medida que la carencia cultural incide en la dimensión política, social y económica podremos tener la certeza que habrá cambios positivos en nuestra sociedad. Al menos, eso quiero creer.
Todo se parece mucho en ese sentido a lo que en la actualidad, se autodenominan youtubers o influencers que de pronto hablan de cualquier cosa, pero lo hacen de la manera más miserable sin generar ningún tipo de contenido solo por ganar Likes. Hablan por hablar. Pero no escriben en ningún medio y son especialistas en todo.
EBP: -¿Qué representa para usted el periodismo cultural en la actualidad?
CR: Primero, tenemos que entender que sin lectores no hay periodismo cultural. Y lo segundo, es que no tenemos lectores, y tercero, no existe un periodismo cultural en el país. Vivimos en unos tiempos en que la crisis azota la sociedad y arrasa determinados sectores como los medios de comunicación, la pregunta que cabe responder es: ¿qué espacio le queda al periodismo cultural en la era digital?
En la actualidad, los periódicos impresos no son tan importantes ni tan influyentes y, debemos aceptarlo como una realidad. Hoy por hoy, vivimos en la era digital. La crisis económica, el papel de las redes sociales y, por supuesto, la subida del impuesto cultural y la afluencia de la pandemia terminó de acabar con el lector y con la apreciación teatral. Son algunos de los factores que han afectado la manera de hacer periodismo en las secciones de cultura de los medios. Pero esta realidad no solo pasa en el país, sucede en todas partes del mundo, en especial en Latinoamérica y el Caribe.
EBP: -¿Cómo debería ser exactamente el periodismo cultural dominicano?
CR: Cuesta encontrar una representación del periodismo cultural en una sola palabra, primero porque no sé exactamente cómo es el periodismo cultural dominicano. Tengo una visión del periodismo que se hace en mi país que quizá no sea exactamente el periodismo cultural venezolano y si hablamos del periodismo cultural dominicano, no sé si te refieres al periodismo latinoamericano y caribeño en este momento o al periodismo cultural de aquí del cual, se tiene escasa memoria y casi ningún periódico en la actualidad, lo ejerce.
Si hablamos desde la memoria podríamos decir en una palabra que lo representa es “pobre”, es un periodismo que no ha encontrado su tradición todavía, es como todo en el país, casi siempre todo está empezando y pareciera que no hubiese mucha memoria y muy poca voluntad por tenerla y más desde esos grandes periódicos que existen en el país. Entonces, si todo es periodismo cultural nada es periodismo cultural. Hay que tener cuidado con eso. Y definir en pleno siglo XXI que, es el periodismo cultural.
Para terminar, son los lectores los que tendrán la oportunidad de demandar la información que quieren ver en los medios impresos y digitales porque muchas veces, son ellos los que deben trasladar sus necesidades y realidades al contexto en el que viven.
EBP: -¿Cuál es el género que más utiliza a la hora escribir sobre cultura?
CR: Me guío por un sinfín de cuestiones, escucho a la gente, a mis colegas, también me tiro al riesgo como quien dice, vamos a verlo y ver qué pasa. Generalmente no estoy muy atento a lo que dicen los demás periodistas culturales o críticos que no escriben y de esos abundan muchos en este país. Los que no dicen nada y hablan por puro hablar. Todos sufren del mismo mal.Todos quieren ser críticos y saben de todo.
Debemos definir, ¿qué se entiende por género? Los géneros literarios, son los distintos grupos o categorías en que podemos clasificar las obras literarias atendiendo a su contenido. Uno, de ellos es:
La didáctica: que tiene la finalidad de enseñar. Entre los cuales destacan dos géneros, que más que periodísticos, son de investigación, como lo son:
El ensayo: subgénero didáctico más importante en la actualidad está escrito siempre en prosa, consiste en la exposición aguda y original de un tema científico, filosófico, artístico, político, literario, religioso o cultural con carácter general es decir, sin que, el lector precise conocimientos especiales para comprenderlo.
Y, el otro que más utilizo cuando escribo periodismo cultural, es:
La crítica: la cual analiza y valora las obras o las acciones realizadas por otras actividades culturales.
EBP: -¿Lee las críticas de los otros colegas?
CR: Pocas veces leo algunas valoraciones críticas de los viejos críticos "especializados" y la verdad es, que me parecen un desastre no me interesan en lo más mínimo. Me interesa más, es una crítica inteligente, que lo que produce, es un pensamiento reflexivo. Una crítica que va a producir pensamiento en cuanto a observaciones sobre lo que vio, conexiones, relación con las latitudes del teatro contemporáneo, eso es lo que me interesa una crítica que sume y me aporte conocimientos.
Digamos, no una crítica meramente evaluadora, de si esto está bien o si esto está mal, si es bueno o es malo. Nada con etiquetas. Esa crítica no me interesa, me parece que es un rasgo de pauperización en términos críticos. Eso lo asume el espectador, es lo que se llama de boca a boca o cuando nace, el espectador crítico o especializado. No sé si me estoy explicando...
EBP: -¿Qué hace a un periodista interesante?
CR: Creo que un periodista interesante, hoy es un crítico intelectual. Es decir, un tipo que produce pensamiento intelectual, ya sea en el plano de la estética, en el plano de la ética, en el plano de la política, en el plano de la morfología. De lo que sea, pero que produce arte con el teatro y lo transforma en periodismo cultural.
Por lo tanto, necesitamos pasar de un crítico a secas a un crítico intelectual. Porque el espectador común, ya ha asumido la función del crítico y no la postura de periodista cultural.
EBP: -¿Hace cuánto tiempo que escribe críticas teatrales?
CR: Comencé a hacer críticas escénicas a principios del año 2000 y desde entonces, no he parado. Se puede decir que soy un joven crítico, aún. (Ríe). Empecé escribiendo críticas en diarios y revistas, hice en radio y luego, trabajé en televisión y en publicidad. Así que los temas que me vinculan con las actividades culturales están estrechamente relacionados con mi punto de vista respecto a ese ejercicio como tal desde hace mucho tiempo.
Ya son 23 años ejerciendo la crítica y la investigación teatral como profesión y más de treinta años de experiencia comprobada e interrumpida en el quehacer teatral. Hace tiempo colaboraba con críticas teatrales para el Listín Diario y también emito mis apreciaciones para diferentes revistas y periódicos nacionales e internacionales. He publicado en las revistas especializadas de teatro como Conjunto y Tablas (Cuba), Artezblai (España), PasodeGato y Babel (México), Escenarios (Portugal) y Theathon (Venezuela), entre otras muchas más.
EBP: -¿Qué puntos considera en su trabajo crítico cuando escribe un artículo cultural?
CR: El trabajo crítico está muy atravesado por la certeza cultural, por la verificación de la teatralidad. Para poder conseguir esa certeza, necesito que el espectador no pueda discriminar lo que es conveniente hacia el final de la obra de aquello que no lo es. Todo lo presentó con la misma importancia, lo logrado y lo no logrado en la escena.
Me gusta crear vida sobre el papel impreso y la vida biológicamente orgánica tiene para mí esta característica, es la característica geométrica del fractal y no de un cuadrado, de un círculo o un triángulo.
Es decir, hay una cantidad de líneas superpuestas que hacen que la crítica se construya herméticamente, y de hecho, no hay una manera más o menos correcta de salir de este hermetismo.
Creo que no sale, de hecho, lo digo en serio, porque eso de "salir" tiene que ver con una idea muy clásica y muy vieja de la palabra. La palabra escrita en una crítica, es todo aquello que mueve la palabra hacia su final.
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