Honorable Señor Eduardo
Estrella, Presidente de la Asamblea Nacional;
Excelentísimo Señor Jovenel
Moïse, Presidente de la República de Haití;
Excelentísimo Señor, General Umaro
Sissoco Embaló, Presidente
de la República de Guinea Bissau y Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas;
Honorable Señor Hipólito
Mejía, Ex Presidente de la República;
Su Excelencia Michael
Pompeo, Secretario de Estado de los Estados
Unidos;
Su Excelencia, Mevlȕt
Cavuşoğlu, Ministro de Relaciones
Exteriores de la República de Turquía;
Su Excelencia, Maria
Aranzazu González Laya, Ministra
de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación del Reino de España;
Su Excelencia, Pedro
Brolo Vila, Secretario de Estado de Relaciones
Exteriores y Cooperación Internacional de la República de Guatemala;
Su Excelencia Lisandro
Rosales Banegas, Ministro de Relaciones de la
República de Honduras;
Su Excelencia Zoran
Djordjevic, Ministro de Trabajo, Empleo,
Veteranos y Política Social de la República de Serbia;
Su Excelencia Reverendísima Monseñor Ghaleb
Bader, Nuncio Apostólico y Jefe de Misión
especial de Su Santidad el Papa Francisco;
Excelentísimos
Señores y Señoras Jefes de las Misiones Especiales y de Organismos Internacionales;
Excelentísimos
Señores y Señoras Miembros del Cuerpo Diplomático y Consular acreditados en el
país;
Distinguidos
Invitados Especiales;
Excelentísima Señora Raquel
Peña Rodríguez, Vicepresidenta de la
República;
Honorable Señora Milagros
Ortíz Bosch, Ex Vicepresidenta de la República;
Excelentísima Señora Raquel
Arbaje de Abinader, Primera Dama de la
República;
Honorable Señor Luis
Henry Molina, Presidente de la Suprema Corte
de Justicia;
Honorable Señor Milton
Ray Guevara, Presidente del Tribunal
Constitucional;
Honorable Señor Román
Jáquez Liranzo, Presidente del Tribunal
Superior Electoral;
Honorable Señor Julio
César Castaños Guzmán, Presidente
de la Junta Central Electoral;
Honorable Señor Hugo
Álvarez Pérez, Presidente de la Cámara de
Cuentas;
Honorable Señora Zoila
Martínez Guante, Defensora del Pueblo;
Honorable Señor Alfredo
Pacheco Osoria, Vicepresidente de la
Asamblea Nacional;
Honorables
Señores Senadores y Diputados, Miembros de la Asamblea Nacional;
Mi Madre,
Rosa Sula Corona Caba;
Altos
Funcionarios Civiles y Militares;
Distinguidos
representantes de los medios de comunicación;
Señoras
y señores.
Permítanme,
antes de iniciar mi intervención que les pida que se pongan en pie para rendir
homenaje y recuerdo a las víctimas del Covid-19 y a sus familias.
No están
solos en este terrible trance y cuentan con la solidaridad y el afecto de todo
el pueblo dominicano aquí representado, así como con el aliento fraterno de las
naciones hermanas y amigas cuyos representantes nos honran hoy con su
presencia.
Y
tributemos también un aplauso que sirva de apoyo para todos los que están
hospitalizados, así como los que se recuperan en sus casas y, en especial, para
el personal sanitario que nos cuida y cura en un esfuerzo de solidaridad y
profesionalidad sin precedentes en nuestra historia.
Muchas
gracias, señoras y señores.
Pueblo
dominicano.
Esta
mañana comparezco ante esta Asamblea Nacional para recibir la Banda
presidencial honrado por la confianza ciudadana depositada en las urnas y muy
consciente de los desafíos actuales, pero también lleno de fe respecto al
porvenir.
Como corresponde a nuestra tradición cívica y política, este acto se
celebra el 16 de agosto, 157 años después de que, en el Cerro de Capotillo,
catorce hombres al mando del coronel Santiago Rodríguez izaran la bandera
nacional bajo el grito de ¡Viva
la República Dominicana!
Con
aquella acción valiente se inició un camino, duro y a veces amargo, pero
también guiado por la esperanza que, más de ciento cincuenta años después, nos
ha traído hasta un nuevo momento solemne de relevo y continuidad en la más alta
magistratura de la República Dominicana.
Hoy damos
un paso más hacia ese futuro de libertad, prosperidad y justicia con el que
soñaron aquellos héroes y cuya memoria honramos haciendo coincidir la fecha de
su epopeya con el acto de toma de posesión del Presidente de la República.
Cuando
aquellos bravos patriotas protagonizaron El Grito de Capotillo sabían que la
senda por la que tenían que transitar estaba llena de obstáculos. Sin embargo,
ni les temblaron las piernas ni flaqueó su ánimo para enfrentar la tarea
histórica que tenían por delante.
Casi un siglo después y en circunstancias también sombrías para nuestra
patria, al pintor Aurelio Crosiet no le falló el talento y, con sus pinceles,
dejó en los muros de este venerable salón un mapa simbólico de la que, —anuncio
ahora— será nuestra travesía durante los próximos años; un
periodo en el que no van a faltar las dificultades ni los retos, pero tampoco
la determinación para solucionarlas ni el trabajo para superarlos.
Los
murales de Crosiet que ahora podemos contemplar, nos muestran enseñanzas de
libertad, de justicia, del valor de la ley, de la patria y de la fe.
Pero a pesar de la inspiración y el orgullo que nos producen estas
pinturas, no voy a engañar a nadie con palabras
dulces, promesas huecas ni horizontes falsos porque, ni la altísima
magistratura que hoy asumo ni la decencia me permitirían semejante
irresponsabilidad, porque
vivimos una de las horas másdifíciles de nuestra historia para la que no
contamos con precedentes ni disponemos de recetas probadas porque,
sencillamente, no existen.
Aun
así, en este día solemne, ofrezco trabajo y diálogo ilimitado para, entre
todos, salir adelante más fuertes, más unidos y cargados de esperanza.
Como
preámbulo quiero advertir que este discurso no será un programa de gobierno, ni
un listado de obras a emprender, que ya hemos detallado a lo largo de la
campaña, y en la transición. Tampoco un inventario del penoso legado en
muchos de los ámbitos del Estado, del que se ocuparán de informar los
funcionarios que integrarán el equipo de trabajo de este gobierno. Porque este
será un gobierno de sistemática comunicación y rendición de cuentas.
Señoras y
señores:
El Covid
ha puesto al desnudo la grave situación estructural que atraviesa nuestra
patria. Una pandemia global nos ha mostrado como nuestro país tiene debilidades
que la hacen muy vulnerable a la situación actual y a sus consecuencias
económicas y sociales. Llevamos décadas de inacción y mala política, pero hoy
ya no tenemos más tiempo que perder.
Sin embargo, lo
urgente no debe hacernos olvidar lo importante. La premura con la que hemos de arbitrar medidas no debe ser excusa para
no acometer las reformas profundas que precisa nuestro país para contener los
estragos que agrava la pandemia en el corto plazo, y también para superar
nuestras carencias estructurales.
Por
ello, esta presidencia que hoy comienza, será la de los cambios urgentes.
Pero también la de los cambiosirreversibles.
COVID Y
SALUD
El
Covid-19 es un mal global que nos golpea a todos de una manera tan silenciosa
como especialmente cruel porque castiga la necesidad que, como seres humanos
tenemos de vivir juntos.
Un
adversario tan terrible que nos obliga a tomar medidas excepcionales para
defender la vida y nuestra forma de vivirla.
El virus está poniendo a prueba toda nuestra estructura social, con
consecuencias para nuestra salud y nuestro sistema sanitario, pero también para
la actividad económica, educativa, cultural y social. Por eso
debemos actuar ahora y con contundencia.
El actual
sistema público de salud, pese a sus buenos profesionales, no ha tenido
suficientes medios para paliar la pandemia, o para articular políticas de
prevención ante esta u otras crisis sanitarias.
Quiero anunciarles hoy, que nuestro
gobierno pondrá en marcha un plan nacional de detección, aislamiento, rastreo y
tratamiento de contagiados a una escala sin precedentes en nuestra historia,
con el compromiso de garantizar el acceso a la vacuna contra el virus a toda la
población dominicana tan pronto como esté disponible.
Aumentaremos
el presupuesto de salud hasta llegar a más de 66.000 millones de pesos en
los primeros 4 meses de gobierno para atender a esta emergencia pero, a la vez,
para transformar para siempre nuestro modelo de atención sanitaria, bajo criterios
de desconcentración, descentralización y empoderamiento de las comunidades, así
como el refuerzo de la atención primaria.
Hoy me
comprometo a dedicarme en cuerpo y alma a situar nuestro sistema sanitario
donde los dominicanos merecen que esté: entre los mejores de América Latina.
Por
ello, sirva este acto de recepción de la Banda Presidencial para adquirir aquí
un compromiso solemne: Nadie va a quedar desatendido ni abandonado a su suerte
porque de esta crisis vamos a salir, todos y juntos.
Bajo mi
presidencia el sistema sanitario no colapsará. Pero es importante que
entendamos que después de casi seis meses de la aparición de la pandemia en el
país, recibimos la conducción del gobierno en plena expansión del virus, ya con
mil 400 fallecidos y más de 85 mil contagiados.
En los
próximos meses aumentaremos el número de camas donde sea necesario,
duplicaremos nuestra capacidad de camas en las unidades de cuidados intensivos,
pondremos en marcha 12 hospitales temporales, y formaremos a más de 1.000
médicos y enfermeras en un gran programa nacional para ser más eficaces en la
lucha contra la Pandemia.
Tal empeño será posible porque vamos a reestructurar la
arquitectura institucional del Estado para eliminar los organismos e
instituciones innecesarias o con duplicidad de funcionesy destinaremos esos fondos a la
inclusión de más de dos millones de ciudadanos al seguro familiar de salud de
forma que para diciembre de este año, la salud pública dominicana será,
UNIVERSAL Y GRATUITA.
ECONOMÍA
Pueblo
dominicano:
La pandemia es global. Y la crisis económica que ha traído consigo también
lo es. El daño causado ya es el mayor desde la II Guerra Mundial. El Banco
Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Organización para el Desarrollo
y la Cooperación Económica proyectan un crecimiento global negativo, por lo
que la recuperación no llegará ni rápida
ni fácilmente.
La
reducción de la economía global significará intercambios comerciales
dramáticamente inferiores entre los países. La revolución tecnológica que
permitió que lo global se convirtiera en local provoca también que la reducción
de la demanda mundial tenga consecuencias para el sector externo de nuestra
economía y repercusiones en la producción, el empleo y el consumo interno.
Las prohibiciones
y el temor a viajar reducen el número de turistas en nuestra isla; nuestras
exportaciones sufren la depresión de la demanda mundial. Cierran pequeñas y
medianas empresas, se pierden empleos y se consumen ahorros sin que nadie sea
capaz de predecir el impacto ni el fin de la pesadilla.
Esta
crisis amenaza con tensionar al máximo las políticas fiscales y nos obliga a un
manejo adecuado del gasto público para paliar los daños que ya sufren los
sectores generadores de divisas. Y todo esto se desencadena en un
contexto en el que los niveles de deuda pública —incluso antes de la pandemia—
habían llegado ya a los límites de la imprudencia. La deuda consolidada de todo
el Estado fue duplicada en la última década, y solo esta semana el déficit ha crecido
en 25.600 millones de pesos.
En el pasado no hubo un aumento del bienestar de los ciudadanos, pero si un
aumento de la deuda y de nuestro déficit. Este es
el escenario al que nos enfrentamos. Este es el balance que nos hemos
encontrado. Un balance que estamos firmemente comprometidos a revertir.
Mejorando
la calidad del gasto y eliminando dispendios y corrupción que durante años solo
han aumentado el déficit y consecuentemente la deuda publica sin mejorar la
calidad de vida de los dominicanos. Que no pierdan su tiempo los auspiciadores
de la malversación. Nada ni nadie nos hará variar este compromiso.
Jamás,
gobierno alguno, enfrentó semejante combinación de retos y amenazas.
La crisis y sus efectos nos traen muchos meses de sacrificio y disciplina,
pero siempre conservando la esperanza en un porvenir mejor. Por ello, la
prioridad es la de crear las condiciones para recuperar la producción y el
empleo utilizando todos los mecanismos que estén a nuestro alcance para lograr
dicho objetivo, por eso
les anuncio que:
1.
Continuaremos
los programas de ayuda FASE, Quédate
en Casa y Pa’Ti para lo que queda de este año 2020
2.
Extenderemos
las facilidades tributarias en especial para las pequeñas y medianas empresas e
implementaremos un Programa de Garantías y Financiamiento dirigido a los
sectores afectados por la pandemia por más de 000
millones de pesos.
3. Iniciaremos un plan de reparación y
construcción que impactará a más de 30.000 viviendas para reactivar las
economías locales en todo el país.
4. Impulsaremos que el Banco de Reservas de
prioridad a los proyectos del sector turístico, industrial y de exportaciones
que creen empleo y que estén detenidos por la falta de financiamiento.
5. Presentaremos el próximo lunes 24 el
Plan de relanzamiento del Turismo con el objetivo de impulsarlo y recuperar la
afluencia de visitantes previa a la pandemia.
6.
Vamos a
disponer, por medio del Banco Agrícola, de 000
millones de pesos de financiamiento a tasa de interés cero para la nueva siembra. Y prestará
apoyo a la comercialización y asistencia técnica para garantizar la seguridad
alimentaria.
Para
lograr todos estos objetivos será necesario recurrir a fuentes de financiación
internas y externas que permitan atender las necesidades extraordinarias, lo
que implicará un aumento del endeudamiento más allá del que teníamos programado
antes de la pandemia.
La
magnitud de la crisis es tan descomunal que este nuevo gobierno hará lo que sea
necesario, cuando sea necesario y el tiempo que sea necesario para rescatar la
economía y proteger a las personas y sus empleos.
Una vez
superada la crisis sanitaria y económica tendremos que tomar las medidas para
cambiar la trayectoria de nuestra deuda pública.
La
limitaciones fiscales nos impulsan a ser creativos y utilizar al máximo las
alianzas públicasy privadas para generar inversiones en áreas que supongan
creación de empleos formales y obras estratégicas. Algunas que iniciaremos la
planificación y asignación de inmediato son:
§
La
construcción de la Autopista del Ámbar, que permitiría llegar de Santiago a Puerto Plata en tan solo 25
minutos y de Santo Domingo a Puerto Plata en dos horas.
§
El desarrollo
turístico de Pedernales, que
desarrollaría su propio aeropuerto asi como la construcción de 3.000
habitaciones hoteleras en varios hoteles.
§
El
puerto de Manzanillo que
nos permitirá dar salida a las exportaciones de banano y las zonas francas de
Santiago y la línea noroeste.
Quizás ahora el sector privado tenga sus lógicas reservas para iniciar
nuevos proyectos dada la delicada situación internacional. Pero este
gobierno les quiere decir a los empresarios nacionales e internacionales que
este es el momento de invertir en la República Dominicana.
Crearemos
un clima favorable a la inversión garantizando la seguridad jurídica, la
trasparencia y la celeridad en los procesos de contratación. Y además, a partir
de mañana estoy ordenando a todas las instituciones públicas acelerar el
conocimiento y decisión de toda inversión que se encuentre paralizada y
que suponga creación de empleo.
RELACIONES
EXTERIORES
Asambleístas
La
política exterior dominicana tiene que situarse como uno de los ejes de la
acción gubernamental. Su peso
e importancia en un contexto tan global se hace hoy indispensable.
Quiero
recordar aquí, en este punto y en tan importante acto, que nuestra nación no se
circunscribe tan sólo a los 48.000 kilómetros cuadrados que ocupa.
A la República Dominicana la podemos encontrar también más allá de las costas
azul turquesa del mar que bañan a esta dinámica y diversa región
caribeña. República Dominicana vive también entre
los rascacielos de la Gran Manzana de Nueva York, y en las bulliciosas calles
de Madrid.
Esta
República Dominicana de la que hoy quiero hacerles partícipes, somos todos y
cada uno de nosotros, hombres y mujeres que vivimos en esta isla o que
desarrollan sus proyectos de vida en la lejanía. Es la República de aquellos
que llevemos encendida por el mundo la llama eterna de la patria que nos
legaron los Trinitarios, Gregorio Luperón y las Hermanas Mirabal.
Esa
república que vive lejos de esta isla es la que ha mantenido su esfuerzo en un
momento tan duro como este, aumentando las remesas para ayudar a sus familias.
Ellos siguen demostrando su inmenso apego a esta tierra, colocada en el mismo
trayecto del sol y de la luz. Tienen sus cuerpos fuera, pero su alma y su
cultura permanecen entre nosotros. A
esta querida diáspora en el exterior solo podemos decirle: GRACIAS.
La política exterior dominicana ha sido tradicionalmente ineficaz, y los
nombramientos en su servicio exterior repartidos muchas veces como botín
político. Pero esto va a cambiar YA. Desde hoy habrá un gobierno que
atienda a su gente, que se ponga a su servicio y que ayude a su pueblo este
donde este.
Somos plenamente conscientes de que la prosperidad del país también
dependerá de que situemos nuestro servicio exterior donde merece una nación
moderna y decente. Tenemos grandes
retos por delante, como su profesionalización,
modernización y la adecuación de sus estructuras, hoy desproporcionadas e ineficaces.
A
través de nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores promoveremos el comercio
y las inversiones en un tiempo en el que
serán cruciales para nuestra recuperación. Fortaleceremos
nuestras relaciones estratégicas con EE.UU, nuestro principal socio comercial y el lugar donde residen dos millones de
compatriotas.
Y seguiremos vigorizando nuestras relaciones
con todas las regiones del mundo, incluida la Unión Europea, especialmente con nuestros socios
españoles y por supuesto, redoblaremos los esfuerzos para ser un actor
de trasformación económica y promotor de la democracia y su valores en toda
América Latina y el Caribe.
La
República Dominicana está perfectamente posicionada para aprovechar al máximo
este reto histórico. Contamos con un ecosistema industrial y de Zonas
Francas robusto, y una proximidad envidiable con los principales mercados de
consumo del mundo.
Llegó
el momento de maximizar nuestra posición geográfica en el continente Americano
para el restablecimiento de empresas y la creación de empleos.
Señoras y
señores,
La
relación bilateral con Haití es muy importante para la Republica Dominicana.
Somos conscientes de que el éxito en esta relación depende de la presencia
activa, consistente y perseverante de ambos estados. De ahí que debamos seguir
fortaleciendo los instrumentos para una buena vecindad, fomentar el desarrollo
integral de la frontera y diseñar una política de seguridad efectiva para
ayudar al bienestar de las dos naciones.
EDUCACIÓN
Pueblo
dominicano,
La
verdadera razón de ser de un gobierno es el bienestar de su gente. Y no se puede aspirar a grados mayores
de bienestar y de igualdad sin Educación. La auténtica palanca transformadora
de la sociedad es la formación y el conocimiento.
Decía Bertold Brecht aquello de; «Qué tiempos serán estos, que hay
que defender lo obvio». Pues bien, aquí me tienen, defendiendo una vez más una
obviedad tan grande como olvidada: Que la
República Dominicana debe tener el sistema educativo que merece y que no
debe ser otro que el mejor.
No por
casualidad, el pueblo dominicano convirtió en un estandarte la legítima y
necesaria demanda de que se destine el 4% del Producto Interno Bruto a la Educación.
Sin
embargo tristemente, ese 4% no se ha invertido como debería, hubo más negocio
que educación.
Así pues,
no empezamos con ninguna ventaja. Según el Banco Mundial la expectativa de
escolaridad de un niño dominicano es de 11.3 años, pero la escolaridad efectiva
por manejo de competencias se reduce a 6.3.
El 20 por
ciento de nuestro alumnado no completa el ciclo de enseñanza primaria y el
desencuentro entre el modelo de las instituciones formadoras de educadores y el
currículo vigente de nuestros centros educativos es evidente.
Hemos
empeorado en los informes PISA desde 2015, situándonos hoy en el último lugar
de 79 países en matemáticas y ciencias y en el penúltimo en lectura.
El
diagnóstico de nuestro sistema educativo es, sin duda, grave y no pienso
maquillar tal condición, ni voy a consentir que siga así.
El modelo
educativo vigente en nuestro país no funciona, o al menos no genera calidad en
la educación, empleabilidad de los graduados ni contribuye al desarrollo de la
nación.
Por ello, nos proponemos garantizar
la incorporación de todas las dominicanas y los dominicanos a los procesos
educacionales: que nadie se quede sin un cupo
escolar, sin una oportunidad de formarse, de capacitarse, desarrollarse y tener
acceso al éxito.
Vamos a impulsar un
modelo educativo basado en la generación de competencias útiles para la
inserción social, pero
útiles también para que nuestros jóvenes puedan desempeñar efectivamente un
empleo de calidad -un empleo formal- o crear sus propios negocios, si así lo
deciden.
Asimismo, vamos a llenar de competencias y contenidos útiles la tanda
extendida, para que nuestros
centros educativos se conviertan en laboratorios de valores y de ciudadanía.
Para el logro de estos propósitos es indispensable el compromiso
y la participación entusiasta de toda la comunidad educativa, especialmente de los docentes a
quienes vamos a mejorar sus condiciones laborales como reconocimiento a su
capacitación y formación como buenos educadores y a la calidad de la enseñanza
que brindan a nuestros niños y jóvenes.
La
crítica situación que arrastra la educación dominicana se agrava aún más a
causa del Covid-19, que pone en serias dificultades el año escolar 2020-2021,
pautado para iniciarse el próximo día 24, es decir, dentro de ocho días. No
podemos correr ese riesgo.
Sin embargo, tampoco vamos a resignarnos a esperar a que pase la
tormenta. La semana próxima, el nuevo ministro de educación
presentará el plan mediante el cual vamos a enfrentar la
situación para garantizar la marcha de la educación preservando la salud de la
comunidad educativa.
Eso nos
obliga a recurrir a la educación a distancia y virtual, para lo cual se
requiere de recursos tecnológicos que el gobierno saliente no preparó.
De ahí
que les anuncie hoy que, para el inicio del año escolar, todos los niños y
jóvenes de las escuelas y liceos de la República Dominicana dispondrán de una
Tablet o Laptop para que puedan seguir su formación independientemente de cómo
sea la evolución de la pandemia y su nivel económico.
Pondremos
en marcha también un ambicioso plan para implicar a todas las operadoras de
servicios telefonicos del país y asegurar la conectividad de todo el sistema
educativo en un tiempo mínimo.
También
nos hemos reunido con la rectora de la universidad autónoma de Santo Domingo
para proveerla de una ayuda especial, de tal manera que podamos garantizar su
semestre con plena seguridad y de la mejor manera posible.
Con estas
medidas, salvaremos el año escolar y universitario y eliminaremos de una vez
por todas la brecha digital que tan grande e insoportable es en nuestro país.
Este es
un cambio que trasformará de una manera sin precedentes nuestro sistema
educativo para siempre.
Porque, este gobierno que hoy empieza está convencido de que la apuesta por
la educación es la única en la que se gana siempre, pues estamos hablando del
motor transformador de un cambio imparable y sin vuelta atrás. Apostando por
nuestros jóvenes y por su formación estamos apostando por el talento y el
futuro, Si lo conseguimos, llegaremos a tiempo a
la cita histórica del progreso que la República demanda.
INSTITUCIONALIDAD
Pero no
existen transformaciones sin las reformas institucionales necesarias que
garanticen que somos un pueblo de leyes y no una comunidad sometida a la
cambiante voluntad de sus gobernantes. La Historia no es lineal y en la
República Dominicana hemos aprendido esa lección por las malas demasiadas
veces.
El
inventario de trágicos retrocesos desde nuestra Independencia así lo confirma.
Nada sin esfuerzo está garantizado para siempre. Por eso, la vigilancia para
mantener la democracia no termina nunca.
Los aquí
reunidos en la Asamblea Nacional, desde nuestras distintas responsabilidades
institucionales, somos los guardianes del legado democrático y, como tales, no
podemos fracasar en el objetivo de conciliar la libertad con la Justicia.
Porque
sin Justicia no puede existir la democracia.
No se ha
de malograr la herencia histórica de cientos de miles de dominicanos y
dominicanas que, en el devenir de más de siglo y medio, han marchado exigiendo
justicia y que, en demasiadas ocasiones, han derramado su sangre en el empeño.
Si olvidáramos esos sacrificios, no seríamos dignos ni de mirarnos al espejo
sin sentir vergüenza.
Tampoco podemos olvidar a todos aquellos que lucharon con determinación por
garantizar el respeto a la Constitución y nuestras leyes. No los
defraudaremos.
Por ello, uno de los primeros decretos que firmaré
hoy será para designar un Procurador General políticamente independiente capaz
de hacer lo justo, incluso si todos están en contra, y de evitar lo injusto,
incluso si todos están a favor.
SEGURIDAD
Asambleístas,
Sin ley
no hay seguridad, sin seguridad no hay libertad y sin libertad no hay
democracia. Y el que tenga la tentación de
sacrificar alguno de estos valores para preservar otro, los perderá todos.
En una
sociedad libre, moderna, democrática y avanzada como la que aspira ser la
dominicana todos merecemos desarrollar un proyecto de vida sin violencia.
La inseguridad
afecta a miles de dominicanos y dominicanas. El 77% de la sociedad considera la
delincuencia como su principal preocupación.
Creo que
este problema debe ser solventado superando el viejo concepto de orden público,
porque las causas de este mal son mucho más complejas y profundas.
Por ello, debemos mejorar y atender la prevención, creando oportunidades que cierren la
puerta al recurso a la delincuencia a la vez que llevamos intensos programas
educativos sobre el impacto negativo del alcohol y las drogas entre los más
jóvenes. También fortaleceremos las acciones
de disuasión estrechando la colaboración de
la policía con la sociedad a la cual debe servir y proteger. Esto
requiere un esfuerzo colectivo tan grande como la meta que queremos alcanzar:
un país sin violencia.
Para este
gran objetivo sabemos que necesitamos implicar a todo el pueblo dominicano,
pero en especial a aquellos que velan por nuestra seguridad y libertad: al
cuerpo de policía nacional.
El servicio de policía, tiene encomendadas tareas tan vitales para el
desarrollo de nuestra nación, como proteger la vida, la integridad física de
las personas, preservar el orden público o promover la convivencia
ciudadana. Nuestra deuda con este servicio es tan
grande como la obligación que tenemos para mejorarlo.
En este
nuevo tiempo que comienza emprenderemos una reforma integral de la policía
nacional que promueva cambios en la cultura institucional, impulse la
profesionalización y tecnificación del servicio, mejore las condiciones laborales
de nuestros agentes y dé una mayor eficacia de los servicios policiales.
Una
batería de medidas y propósitos que son cruciales para la calidad democrática
de nuestro país. Pues afecta de lleno a su gente y condiciona nuestras vidas.
TRANSPARENCIA
Y LUCHA
CONTRA LA CORRUPCIÓN
Asambleístas,
Una
democracia de calidad, a las puertas de la tercera década del siglo XXI,
requiere una rendición de cuentas vertical. Esto supone un sistema de frenos y
contrapesos entre los poderes del Estado, para que ninguno prevalezca sobre
otro. El gobierno debe estar sometido a una fiscalización ciudadana permanente
y transparente. Eso también es democracia y no sólo la emisión puntual de la
expresión ciudadana que representa el depositar una boleta en una urna cada
cuatro años.
Un
reconocimiento pleno de los derechos fundamentales de la ciudadanía exige
también la existencia de un régimen justo de consecuencias para aquellos que
violen la Ley, sin ningún tipo de privilegio o impunidad, y de una distribución
socialmente equitativa de los frutos del crecimiento económico y de la riqueza
nacional.
Y hoy,
aquí, les digo que nuestra democracia ha sido dañada.
En este
punto quiero ser muy claro, preciso, y contundente. En el gobierno que iniciamos hoy, no se
permitirá, bajo ningún concepto, que la corrupción del pasado quede impune, el que robó dinero del pueblo,
tiene necesariamente que pagar en la justicia por sus actos.
De igual manera quiero hacerles una advertencia a los nuevos funcionarios
que me acompañarán en el gobierno del cambio: No voy
a tolerar ningún acto de indelicadeza y mucho menos de corrupción en mi
gobierno. El funcionario que se equivoque con el dinero del pueblo, será
inmediatamente destituido y puesto a disposición de la justicia. Estamos
convencidos de que la corrupción de arriba incentiva la de abajo, que es la
delincuencia, que se traduce en inseguridad. Y ambas tienen que ser combatidas
sin tregua.
Quiero
reiterar para que nadie se confunda,
que no habrá impunidad para la corrupción del
pasado, ni tampoco para la que se cometa en el futuro.
Estoy
comprometido con el pueblo dominicano, con mi familia y con la memoria de mi
padre a encabezar un gobierno trasparente y etico, donde el dinero del pueblo
se maneje con total y absoluta pulcritud.
Como ven,
los retos son difíciles y habrá quien sienta que su ánimo flaquea ante la
colosal magnitud de la tarea. No es el caso de los dominicanos y dominicanas y,
gracias a su inspiración, tampoco el de su presidente.
Aunque los recursos materiales son siempre limitados, las capacidades de
las que depende el éxito —la
creatividad, la persistencia, la disciplina, la solidaridad, el valor y la fe— son infinitas y constituyen el mejor
patrimonio que tiene este país.
Sin
embargo, estos dones no servirán de nada sin unidad de acción. Una unidad que
nos concierne a todos, por encima de siglas, ideologías y partidismo.
El camino
es largo y oscuro y quien tenga la tentación de recorrerlo solo y sin luces, no
llegará a ninguna parte. Por ello, en los próximos días me reuniré con
todo el liderazgo nacional para abordar y discutir juntos las soluciones que
requiere nuestro país.
La
emergencia sanitaria y sus tremendas consecuencias en el tejido económico y
social nos exigen estar a la altura de las circunstancias como pocas veces ha
ocurrido en la Historia de nuestra nación.
Tenemos
un examen con la Historia y con las próximas generaciones que nos pedirán
cuentas de nuestras acciones. Hemos de mostrar al mundo lo que somos capaces de
hacer unidos en nuestra diversidad y fuertes en nuestra lucha.
Con ese
ánimo asumo esta investidura como presidente de todos los dominicanos y
dominicanas, como su primer servidor y con el compromiso de que este gobierno
sea recordado como el que comenzó un nuevo tiempo de cambio, unidad, y
verdadero desarrollo económico y social.
Este
gobierno no será de unos contra otros. Soy el presidente de todos en una nación
de ciudadanos libres e iguales que tienen como objetivo histórico proteger y
reconstruir nuestro país.
Somos
mucho más que diez millones de personas que viven en esta parte del mundo.
Somos una
forma de ver la vida con los valores de la paz, la convivencia, la solidaridad y
el progreso, como corresponde a un país que quiere ser construido y
disfrutado tal y como quiere su gente. Nuestra gente. Nosotros. Un «nosotros»
que no excluye a nadie porque es expresión de un espíritu colectivo de
libertad y justicia que siempre ha guiado a nuestro pueblo.
Y que fue
la bandera que izaron hace 157 años aquellos 14 hombres, en el cerro de
Capotillo.
La
bandera con la que hoy me visto.
La
bandera de la libertad.
La
bandera de la esperanza.
La
bandera del progreso.
La
bandera de todos los Dominicanos.
¡Viva
la República Dominicana!
Muchas
gracias y que Dios bendiga nuestro pueblo!!
FYP
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