Una
pena que, pese a su calidad como espectáculo, su enfoque resulte una distorsión histórica y un rechazo a la postura social de inclusión.
Hay que dejar el arte ocupe el tiempo y el lugar que le corresponde. Todo aditamento forzado,
por muy evangelístico que sea, sobra.
Jose
Rafael Sosa
Cuando
concluye espectáculo escénico La Causa, de Locis Septem, los sentimientos que
embargan al espectador son una mezcla inusual de lo bueno y lo no tan bueno que
se ha visto en tablas.
Se
siente con fuerza el talento artístico
joven, multi expresivo en sus aspectos: actuaciones al nivel de personal nuevo
que debuta, coreografías realizadas
con gracia, coordinación y acierto; vestuarios realizados
con cuidado y profesionalidad; un trabajo escenográfico y coreográfico que
sorprende.
Se
percibe una entrega en la realización de los recursos técnicos: uno de los
universos de sonido mas envolventes y poderosos sentidos en el Teatro Nacional;
un diseño de luces adecuado y efectivo y, sobre todo, el modernísimo y bien
pesando montaje audiovisual, que incluye
el empleo de una pantalla central sobre la cual se insertaran imágenes
producidas digitalmente como sustento
de las acciones escénicas (con diseños visuales audaces, interactivos,
animaciones con un sello muy profesional), dejando claro que tras La Causa, hay
un concepto de arte con derecho propio a desarrollar su tema.
El
monologo La Constitución, a cargo de la niña Laila Taveras, de 8 años, por la
intensidad con que es interpretado, fue un de los puntos interpretativos mas
sorprendentes y firmes de todo el espectáculo.
Como
arte escénico, entre estos muchachos habría que tomarles en cuenta (sobre todo
por la hermosa introducción coreográfica del número sobre el Merengue
Dominicano Soy, una versión original y los números que hacen los militares de
la resistencia.
La
producción se atreve a representar, incluso con éxito, confrontaciones a tiros
y peleas de persona a personal, con bastante buen criterio.
Objetable
Nadie,
en nombre de arte o causa religiosa alguna, tiene derecho a manipular la
conciencia de la gente a partir de tergiversar hechos procesos sociales. Para usted hacer valer
sus criterios, no tiene que dinamitar la de los demás.
Fue
un abuso proyectar de imágenes de la Revolución de Abril en un contexto impropio e irrespetuoso de esa
gesta; fue un error de concepto la distorsión de la lucha de las mujeres por derecho al amor y el respeto a su cuerpo y
sobre todo, en nombre de concepciones religiosas, condenar la línea social de
la inclusión social, destinada a eliminar el discrimen, el prejuicio y la
represión de sectores por ser “distintos” a lo aceptado.
Los
responsables
El
espectáculo escénico La Causa es suma de una serie de notables talentos
jóvenes: Jatniel Ramírez (Dirección teatral y libreto); Omayra Álvarez
(producción ejecutiva); Eva Piccini (Coreografía y vestuario); Moisés Crespo
(recursos audiovisuales y antagonista); Pedro Abreu (Dirección técnica);
Emanuel Diaz y Alex Cruz (Línea grafica); Imer Ramírez (Videografía y
animación); Rasnel Batista y Estephany Mesa (Publicidad) Omayra Álvarez y Troi
Orlando Espejo (RP. PP.) Red Internacional de Iglesias Skeklnah Inc. y
Ministerio Apostólico Dios es Amor (Auspicio general).
Discursos
sobrantes
Fuera
de lugar, a nuestro modo las dos intervenciones evangelísticas previa y
posterior al espectáculo, ante una audiencia cautiva o cómplice, consciente de
las verdades que se habían de decir. No eran necesarias.
Había
que presentar el espectáculo con una breve introducción, si era necesario. Pero no reforzar el espectáculo con dos
extensos sermones antes y después de…
El
joven pastor Riqui Gell es extraordinario, en la onda del humor cristiano, pero estaba fuera del lugar adecuado. Hablo
demasiado de si mismo, promovió sus redes sociales y se excedió en el uso del
tiempo. Su intervención debe ser reubicada en el templo o incluso hacer algunas
experiencias de “stand up comedy”
especialidad para la cual tiene talento, sin descontar la visión machista y
patriarcal de la mujer y las suegras, ideas totalmente objetables.
La
intervención final de la pastora Omayra Álvarez, al final, era un exceso
llevado al extremo para lo que la gente
allí presente, ya sabía, pero se trataba de aprovechar hasta el ultimo segundo,
un escenario como aquel. La tentación era grande y atractiva.
Pie
de foto
La
Causa es un espectáculo artístico de sorprendentes condiciones expresivas, con
la sola objeción del tratamiento a la historia y la postura social de
inclusión.
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