Haffe Serulle, teatralmente, no deja a nadie indiferente. Y nunca deja de sorprender.
Por Jose Rafael Sosa
Su labor de 15 años como maestro formador de talentos es brillante y
rompedora de los hitos tradicionales de la docencia especializada, su
papel como director escénico es desafiante, su capacidad como narrador y
poeta de una textualidad de un sello radical. Es un artista, valorado
de muchas formas, variadas en sus tonos, incluyendo a quienes le
objetas, pero que nunca llegan al extremo de renegar de sus atributos
como aportador al nuevo escenario dominicano.
Han pasado 45 años desde que se montó la versión original se montó
en abril de 1970 en el auditoriode Politécnico Femenino Nuestra Señora
de las Mercedes, en Santiago. La nueva llega ahora enriquecida por la
trayectoria escénica creativa de un artista que ha delineado un estilo
y enmarcado un espacio teatral único.
Bianto y su Señor, pieza que escribió a los 20 años en España y con
la cual demostró en el teatro Corral de Comedias de Almagro, en 1969,
en España, se presenta ahora en Bellas Artes, a partir de un texto
revisado por Margaret Sosa y con una puesta escénica renovada, y que
ofrece una expresionista experiencia de teatro corporal/acrobático que
ha fomentado este director, apoyado en el notable esfuerzo personal de
sus protagonistas, el maestro de escuela y actor Javier Suero (Boroto)
Layatac Javier (Bianto).
La pieza ofrece dos magníficos campos de análisis: por un lado
el texto, que entrecruza los temas del poder, la autoridad, la
inocencia, la tiranía y lo crucial del proceso creador del arte
literario, de una parte, y la actuación marcadamente física y e
intrincadamente vocal de sus intérpretes.
El hecho escrito introduce al espectador a un panorama que reflexiona
sobre el vínculo humano con el poder y el acto creador, tema que va
desgajando a trazos firmes cual si fuera hendido por un estilete que
aprecia las esencias más profundas, aladas en el puente de las figuras
poéticas del paralelismo que crea el autor. Rico en enjundio textual,
con belleza formal que le distingue.
La actuación sigue la trayectoria de entrega física extrema,
de ritmo propio. Javier Suero (Boroto) y Layatac Javier (Bianto), pasan a
un primer plano del escenario teatral dominicano, en la continuación de
un teatro Haffeano, que ha definido sus valores, que no concilia con el
facilismo comercial, al que no importa no contar con un programa de
mano cargado de patrocinadores. Precios por pagar o ineficacia de
mercadeo/mercenazgo frente a una obra artística hacia la cual hay que
mirar por su valor precursor.
Un teatro basado en la actuación vocal y corporal y en que no
resultan necesarios ni los complejos diseños de luces ni efectos
especiales. Sigue la línea de la utilería simple, en este caso papel que
adquiere una expresividad altamente impresionista, sobre todo cuando,
al ser movilizada, adquiere la categoría y la forma de un nuevo
personaje.
Hay en Bianto y su Señor el disfrute de un espectáculo teatral de
firmes raíces para la sensibilidad y la percepción. Sus funciones
restantes en Bellas Artes, deben ser objeto de atención de quienes
gustan del teatro bien hecho y de quienes estudian esta carrera tan
fascinante como necesitadas de nuevas referencias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario