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El hombre de carácter afable, hoy con su rostro marcado por los años y la enfermedad que le mantienen prácticamente inmóvil, supo combinar el lenguaje y la creación y ganarse el respecto y la admiración de los dominicanos, en especial de sus hijos, esposa, familiares y amigos como los que le acompañaron en su homenaje.
"Nuestra Alma Máter está resaltando en este icono de la comunicación social la sencillez de su vida y la amplitud de su cultura, desarrollados desde la perspectiva de su inteligencia privilegiada y sus lecturas y estudios profundos sobre la vida dominicana", expresó el rector de la UASD, Mateo Aquino Febrillet durante el homenaje.
Su esposa, Susana Silfa, agradeció la distinción de la UASD, la que recibió con mucho beneplácito, y prefirió entregar a sus hijos el pergamino de profesor honorario otorgado a su cónyuge.
De: Diario Libre
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